Los perjuicios que provocan las aves, en especial sus excrementos, son muy abundantes:
Destrucción de jardines, árboles y plantas.
Corrosión de maquinarias.
Introducción de otras plagas (pulgas, ácaros, piojos, garrapatas, etc…)
Perjudicial especialmente en las personas alérgicas o con problemas respiratorios.
Transmisión de hasta 40 enfermedades a personas y animales domésticos, como la salmonelosis (con la contaminación de alimentos), la neumonía, gastroenteritis y encefalitis.
Molestias por el olor desagradable que emanan.
Perjuicios medioambientales y económicos.
Debido a su acidez los excrementos mediante reacciones químicas llegan a desintegrar cemento y hormigón, deteriorando gravemente el resto de materiales constructivos.
Además los excrementos son resbaladizos, lo que puede resultar peligroso para los transeúntes y estéticamente resultan desagradables y difíciles de quitar.
Daños estructurales en edificios, esculturas, monumentos, fuentes, plazas y parques.
Obstruyen canaletas, desagües y contaminan los tanques de agua.